Cuando algo muere, algo nace... asi funciona este ciclo inevitable: El colectivo es eterno; el individuo, mortal.

martes, 15 de enero de 2013

Fractura Cardíaca


- Carta a un confidente anónimo, ya que los que podrían no quieren oírme:


 De un tiempo a esta parte, a veces uno se zambulle en la nostalgia del recuerdo sin percatarse de la realidad. Del aquí y el ahora. Y en su ilusión, aquella que se afana por recuperar (o puede que sólo por recordar), descubre que las cosas pueden haberse complicado. Así es, querido lector. No reniego de mi culpa, probablemente el año pasado antes de navidad sufrí una crisis sentimental que llevé de un modo discreto y personal. De alguna manera puede que dejase de querer temporalmente. A veces pasa, pero ahí está el esfuerzo por recordar y corregir nuestros errores. Puedo decir que vuelvo a amar, si. Con ganas, este 2013 empieza con ganas de amar. Muchas. Pero hay cosas que no cambian...

 Una amiga mía me dijo hace tiempo que de los problemas de una relación nunca hay un sólo culpable. Aún así, tonto de mi, me afano por reparar un fallo que no es sólo mio. Y la prueba la tiene el lector en este año, que mi propósito ha sido y es recuperar lo perdido, mientras que el de mi pareja es pasar más. Es horrible decirlo así, pero yo no soy de piedra y mi pareja es pésima a la hora de ser diplomática. De hecho, su idea de "pasar" dista mucho de poner excusas melosas y mantener el equilibrio adecuado entre sacar tiempo para ella y mantenerme enamorado. Más bien todo lo contrario.

Pero no quiero volver a pensar aquello.


 Así, me hallo en la tesitura de volverme a formular aquella pregunta tabú:
¿Cuanto aguantaré?.

 Soy una persona que aprecia los gestos. Pero más aprecio aún que se agradezcan mis gestos. De ahí que puedo decir que posiblemente esté saliendo con una persona desagradecida. Una persona a la que sólo le importa lo que se le antoje en este preciso instante. ¿Mis gestos? Ignorados. Me desenamoré de ella el año pasado en gran parte por este rasgo de su carácter, que me resulta muy difícil de manejar aún con ganas como estoy ahora. La falta de cuidado y delicadeza y la falta de memoria para las personas que te quieren. Ese rasgo, que puede que en algunos momentos comparta con ella, es algo que enfrió la relación más de lo que ni siquiera ella sabe. No quiero volver a aquello, pero me doy cuenta que ahora mismo ella tiene el carácter exacto para hacer que este 2013 vuelva a acabar igual que el 2012. Y no quiero...

 ¿Qué importa si en este momento no voy a clase? No es una persuasión válida decirme que quiere verme, a fin de cuentas ayer estuve en la puerta de su casa y la llamé al móvil. Y tuve que volverme a casa. Aún así no me enfadé en su momento. Puede que ahora me halla mosqueado su falta de tacto a la hora de tener en cuenta que ESO fue uno de los gestos que yo solía tener con ella y que trato de recuperar. Una persona agradecida al menos lo tendría en cuenta e intentaría quizá no ser demasiado dura conmigo. Pero eso a mi pareja no parece importarle. A ella sólo le importa el hecho de que no nos vimos, y tiene mil excusas para no coger el teléfono, pero ni un mísero ápice de comprensión por el esfuerzo de mi fracaso (porque si, yo quería verla).

 Pero eso sí, siempre hay algún rasgo negativo que resaltar en mi para excusarse. De toda nuestra relación lo más útil que ella ha sacado es una brillante colección de defectos míos, uno para cada ocasión en la que deba excusar su falta de comprensión. Siempre tiene palabras para elevar el tono de la conversación y propiciar su amada respuesta para este año: "Que mira, que paso..."

 Por supuesto, ella también tiene defectos. Al principio de la relación no los aguantaba nada bien, y de hecho se los echaba en cara cuando tenía ocasión. Ahora he aprendido a amar a una persona imperfecta. Ella por su parte (o así me lo parece) ha absorbido justo la enseñanza contraria. Ha pasado de amar a una persona incondicionalmente a usar sus defectos como parche para tapar los que a ella se le desbordan.


 Y si ahora mismo escribo todo esto aquí es porque realmente me importa. Me importa el camino que esta situación está siguiendo. Me importa que cada día que pasa me siento más incómodo. Me importa que una cara tan bonita se vaya cubriendo poco a poco de la suciedad que otorga el egoísmo y la falta de empatía. ¿Yo? Se supone que yo era el malo de la relación. Siempre me ha gustado ir de malo en todo. Pero ahora estoy cansado de que todo el mundo crea que así es, cuando internamente yo me siento muy desgraciado y dolido, cuando sufro de una fractura cada vez más sangrante en el músculo motor, cuando no todas las lágrimas reflejan el dolor más grande. Algunas personas sufrimos encerrados en nuestro silencio, y gritamos sólo en habitaciones selladas para que nadie nos oiga. Otras gritan y lloran ante cualquier problema.

 En mi tierra hay un dicho: El que no berrea no mama.
Pero a mi no me educaron para aplicarlo.


 ¿Qué camino debería seguir? Lo que si me enseñaron es que hay que luchar contra viento y marea cuando quieres algo. Puede que necesite más tiempo. Estoy corrigiendo muchas cosas: cortando discusiones, intentando complacerla en la medida que me es posible, en fin, cosas que van despacio.

 Pero es difícil. Es difícil ante una persona que te llama mentiroso sin venir a cuento, o que te dice que pasa sin que halla nada que lo propicie en la conversación. Es difícil hablar con una persona que te cuelga el teléfono cuando quiere, hallas terminado o no. Es difícil tratar con una persona a la que vas a visitar y sólo se fija en lo asqueroso que es que te hallas mojado los pies de camino, sin mirar el gesto. Es difícil.


Pero creo que lucharé aún un poco. Es mi propósito para 2013 a fin de cuentas, ¿no?.


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