Cuando algo muere, algo nace... asi funciona este ciclo inevitable: El colectivo es eterno; el individuo, mortal.

sábado, 18 de mayo de 2013

Corazón Pétreo


- He de reconocer que hoy me he sentido como hacía tiempo que no me sentía. Supongo que sólo son tonterías, y así lo quiero creer. Supongo que hace demasiado tiempo que he perdido la luz del sol de vista. No sabría decirte, pero en muchos momentos renuevo aquella sensación. La vivo nítidamente en mi interior ¿sabes?.

 Oh, si, ya lo creo que en apariencia nada de lo que me dicen me afecta, pero las palabras viles se clavan en mi alma como afilados alfileres.

 Hay personas que aprovechan cualquier circunstancia para afirmar que son más que tú. O que merecen más crédito que tú. Por desgracia soy pésimo en la vida en este sentido, aunque parezca muchas veces lo contrario. Cualquiera sabe cómo decirme que merece más que yo o que es más que yo, como hoy en la fiesta a la que he asistido. Cualquier excusa es buena.

 Escribo esta entrada por una vez más que para el posible lector, para mí mismo. Claro, tienen derecho a decirte que están pagando por estar en una residencia y que yo no soy quien para aconsejar lo que debería hacerse ahí. Es su terreno, y por desgracia gusto mucho de jugar con esas reglas. Las reglas del terreno ajeno. Mi vida siempre se juega en campo rival, porque es así como me hago más fuerte.

 Escribo esta entrada para recordarme a mí mismo que en mi terreno lo tengo todo ganado. Nadie es capaz de ganarme ahí, y precisamente por eso me aburre hacer las cosas asi. Hay gente que parece regocijarse diciéndote "Esta es mi casa, aquí no tienes opinión y deberías arrodillarte", pero yo digo, ¿Qué reto supone eso? Está bien, este es tu campo, y lo conoces mejor que nadie pero... ¿Qué honorabilidad hay en ganar a alguien jugando en tu casa? Puestos a decir, diría que SU residencia se encuentra en MI ciudad, la ciudad donde llevo viviendo desde mucho antes de que algunos mequetrefes nacieran. Pero no hallo el placer que algunos si parecen encontrar en este tipo de razonamientos. Prefiero entrar en sus campos, entenderlos y machacarles desde dentro si es posible.

 Puedo perder, pero siempre me quedará mi propio terreno para resguardarme y prepararme para la próxima batalla. "Este es mi cuarto y tu no eres nadie aquí", que bien quedan esas cobardes palabras en boca de algunos que aprovechan ese tipo de situaciones para vanagloriarse de lo obvio.

 Oh, pero estoy rodeado de gente así. Casi todo el mundo diría que es así. Hay personas que no, pero tengo la terrible virtud de toparme de frente con las que si que lo son.

 Claro, las palabras son fáciles, pero cuando me pongo delante de una puerta para proteger a un amigo, aunque las lenguas profieren afiladas palabras contra mí, ninguna mano se atreve a tocar el tirador. Porqué será. Quizá porque saben que hablando sus lenguas se encuentran a suficiente distancia de mí. Si una mano tocase el tirador sin embargo, a lo mejor perdería dedos. Ese hecho inequívoco, gente increpando a distancia, me dice que en el fondo no hay valentía verdadera.

 ¿Pero como va a existir valentía? No hay valentía en un zorro que ha perdido su madriguera y se afana por recuperarla. Sólo hay miedo. Miedo de perder aquello que sabes que ya no depende de ti. Es por eso que me gusta jugar en campo ajeno, porque de este modo no es en tu casa donde se libra la batalla, sino en la casa de tu enemigo. Y si hay destrozos, no serás tu quien tenga que repararlos.

 Me fastidia que me echen en cara ciertas cosas claro que sí. ¿Cómo no te va a molestar que te digan "yo he hecho mas que tu por tu amigo"? Claro que has hecho más que yo, pero dime en que momento he tenido yo las mismas oportunidades que tú de ayudarle. Tu, que convives con él. Yo, que ni siquiera lo veo a diario. Claro que tu lo has hecho, pero la cuestión es... ¿Cómo te atreves a afirmar que si yo hubiese estado en tu lugar no habría hecho lo mismo o más por el?


 Es mi eterno dilema ahora sí, querido lector. Hay muchas cosas que me habría gustado hacer y nunca he hecho. Experiencias que he perdido. O mejor dicho, que nunca tuve. Y aún asi, he conseguido sacar lo mismo que otros que han tenido más ventajas que yo, más suerte que yo.

 ¿Quién tiene más mérito, el que sabe aprovechar las oportunidades que le surgen o el que pone todo de su parte para crear esas oportunidades que nunca le llegarían de otro modo?


 Para mí la respuesta está clara. Pero eso sí, todo depende de TU punto de vista...