sábado, 12 de marzo de 2011
Cuervo Pardo
Cuervo solitario de insólito plumaje, posado sobre las rocas afiladas de mi alto risco, al lado de una ermita, contemplo el horizonte y pienso...
Nací hace muchos años, y a diferencia de mis hermanos, no me produce excitación la carne. Más bien el mar, a doscientos metros de él nací yo, una tarde soleada, en algún lugar de las extensas tierras andaluzas...
Mi plumaje no es negro tampoco, lo que en el pasado me supuso burlas de mis hermanos, decían que debia ser negro, asi había sido siempre, así debía seguir siendo. Siempre me rebelé contra lo que mis hermanos opinaban, algo lleno de prejuicios y superficialidades. ¿Qué más da el color de mi plumaje? Siento atracción por la bruma igual que ellos, mi melancolía por subirme a afilados riscos y contemplar la llanura es idéntica cuando estoy en pleno vuelo, mis graznidos retumban igual de siniestros en las amplias estepas... no obstante, ellos me juzgan por el color de mis plumas.
Creen que no puedo ser tan cuervo si no tengo ese color azabache en mis plumas, creen que todo en este mundo se puede premonizar sólo por una apariencia...
Y por eso me rebelo. Dia a dia me rebelo internamente contra su forma de pensar... ¿Acaso no son mis alas igual de libres para surcar el cielo que yo quiera? ¿Porque deben ser mis plumas de color negro para llamarme cuervo? ¿Acaso el color me impide volar?
Pero lo peor vino cuando me enamoré de una preciosa Golondrina de plumaje dorado, las críticas se agudizaron, decían que yo debería estar con otra cuerva, no con una golondrina, que nada tenía que ver conmigo, que no nos parecíamos en nada, que incluso mientras nosotros anidamos en afilados riscos ellas prefieren anidar bajo los tejados de las casas de esas criaturas bípedas que nos miran con temor... ¿Y qué?
Incluso mi pequeña golondrina dudaba a veces, decía que yo debería amar a otra cuerva, no entendía porque prefería estar con ella... oír aquellas palabras de su lindo pico me hirió, me hizo daño, pero rápidamente sereno le dije "Soy libre de volar por donde yo quiera, sin tener en cuenta mi plumaje, y soy libre de amar a quien yo quiera, pues lo que los demás opinen no tiene ya influencia sobre mí"...
Estas palabras tranquilizaron a mi linda golondrina, dorada, preciosa... su argéntea mirada me dió a entender que lo había comprendido. Ella creía que no merecía a un pájaro tan grande, pero yo me negué a que se conformase con menos.
Creo que ahora lo entiende, y con que ella lo comprenda, me basta... porque sé que ni la más cercana de mis amistades está libre de la envidia, y ver a un cuervo marrón con una golondrina dorada es algo que genera envidia. Envidia porque ellos no se atreverían con esto. Envidia porque ellos nunca descubrirán que hasta una golondrina puede tener el corazón de una cuerva, y enamorar a un cuervo como yo...
...y porque también existen muchas majestuosas cuervas con corazón de buitre, incapaces de amar, y con las que jamás habría llegado a ser tan feliz como lo soy con mi pequeña golondrina... porque sé que ella si que me quiere. Y eso es lo único que me importa.
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