Hay muchas formas de caerle mal a quienes te rodean: Hablar mal de ellos, tener mal carácter en general o ya de plano hacerles la vida imposible. Esas son las formas más comunes de crear antagonismos y alimentar la energía negativa que fluye entre dos personas. No obstante existe una cuarta forma sobre la que llevo muchos años reflexionando y postulándome teorías. Al principio pensé que era casualidad, pero con el tiempo y tras varios encuentros he ido dándome cuenta que se trata de un fenómeno que he dado en llamar "Antagonismo Natural".
Resumiéndolo mucho, se trata de la aversión mutua que experimentan dos personas nada más verse por primera vez o tras cruzar algunas palabras a priori inofensivas. Se trataría de dos individuos que, debido a la abismal diferencia de carácter, simpatía, temperamento o actitud ante la vida tienen una innata tendencia a incomodarse con la presencia del otro pero, debido a la irracionalidad de este sentimiento de repulsión (ya que no nace de un choque concreto), se limitan a lanzarse indirectas, malas frases o ya de plano a ignorarse mutuamente cuando se ven forzados a estar juntos (motivos laborales por ejemplo).
No son pocas las personas con las que mantengo esta rara relación de antagonismo natural que realmente sigo sin entender, pero que no puede negarse. Sin embargo en todo este tiempo yo he ido reflexionando sobre el por qué de estas tensiones sin ningún motivo. He repasado mi cara delante de un espejo para evaluar si existen rasgos faciales míos especialmente irritantes, he evaluado el contenido de algunas conversaciones mantenidas con estas personas para encontrar alusiones o expresiones que pudiesen resultar molestas y hasta me he preguntado si realmente soy yo el que me comporto como un idiota. Hubo un tiempo en el que llegué sinceramente a pensar que era yo la causa principal del problema. Con el tiempo y tras comprobar que realmente mi carácter no cambia sustancialmente de una persona a otra y que sin embargo las reacciones de estas si son bastante diversas, he creado lo que llamaría mi modelo de antagonista natural.
Básicamente se trata de un tipo de persona con la que sencillamente jamás me voy a llevar bien, con lo que lo mejor es armarse de paciencia y aguantar el trago. En mi caso, yo me describo como una persona simpática, ingenua, confiada, bobalicona, despistada y muy habladora (resultando pesado a veces), aunque al mismo tiempo soy muy tímido, bastante huraño, algo obstinado y de inquietudes muy muy excéntricas (la prueba más fehaciente de esto es cómo me expreso y lo que escribo en este blog).
Ciertamente yo tampoco soy una persona fácil. Soy tendente a malpensar, elucubrar y obsesionarme con estas elucubraciones. Pero por lo general soy de carácter afable y se puede hablar de todo conmigo. De hecho, a veces yo mismo hablo mas de la cuenta...
Los principales antagonistas naturales de mi carácter por lo general han sido personas altivas, mandonas, estiradas y tendentes a ignorarme. El tipo de persona con la que nunca me he llevado bien son aquellas que siempre desean llevar la voz cantante, hacer las cosas a su manera y que tu te adaptes a ellos. El tipo de persona que, cuando le llevas la contraria, te dirige palabras malintencionadas o indirectas quisquillosas. Son el tipo de personas que, cuando no pueden contigo y se ven obligados a aceptar un cierto consenso en su forma de hacer las cosas, se dedican a restar mediante protestas y sugerencias venenosas, muestran una contínua disconformidad con tu forma de hacer las cosas y gustan de ponerte en evidencia en cada ocasión que tienen. Todos tenemos un mal día claro, pero en general las personas caprichosas y altaneras parecen tener un mal día cada vez que coinciden conmigo. Supongo que mi apariencia despistada y mi carácter hablador les hace pensar que no tengo criterio propio o que sus criterios son mejores que el mío, por lo que cualquier acto de rebelión por mi parte es motivo suficiente para alimentar su mal humor.
Y por "acto de rebelión", entendamos, son esos momentos en los que estás hasta las narices de tolerar y consentir hacer las cosas a la manera de dicha persona, que no te gusta y en la que no te ha permitido introducir el más mínimo matiz, y decides en un alegato de justicia demandar que algunos días se hagan las cosas a tu manera. A este tipo de personas eso no suele gustarles. Nada.
No se trata de que yo desde la primera sugerencia ya me ponga de uñas. Se trata de que te digan cómo hacer la parte del trabajo que te corresponde hacer. Mi filosofía en este sentido es simple: Si lo voy a hacer yo y encaja perfectamente con el objetivo del día, no veo ningún motivo para seguir órdenes y hacerlo de otra manera que no aporta nada salvo darle una especie de "placer de mando" a la otra persona. Y realmente con el tiempo me he dado cuenta que la mayoría de las personas que considero antagonistas naturales mías no sólo creen que su forma de actuar es universalmente correcta, sino que adicionalmente dudo mucho que alguna vez sintieran inquietud por hacer autocrítica.
Realmente yo no soy nadie para juzgar los problemas privados o la educación recibida que puedan llevar a una persona a comportarse así, pero todos tenemos problemas y yo me cruzo a diario con gente simpática que lleva una vida probablemente más difícil que ellos. Y sin embargo no por ello dejan de tener un carácter de fondo afable. Probablemente yo también tenga mis fallos, pero está claro que hay personas con las que nunca voy a congeniar, no importa cuánto lo intente y no importa la paciencia que pueda dedicarles o las veces que ponga la otra mejilla. Detesto recibir órdenes, detesto a la gente estirada y detesto a las personas hipercríticas.
¿Qué puedo hacerle? He crecido en una familia humilde de clase media-baja, mi abuelo solía ser una persona bonachona y despreocupada que quitaba hierro a la vida a toneladas, mi otra abuela aguantó estoicamente una vida de trabajo no reconocido, soledad y lágrimas. Quizá por estas influencias familiares tengo una baja tolerancia a la altivez, a las imposiciones y sobretodo a las indirectas venenosas: esos comentarios cuya única finalidad es ponerte en evidencia son absolutamente omisibles y sin embargo este tipo de personas no reparan en gastos a la hora de soltarlos.
Probablemente estas personas se muevan empujadas por un alto sentido del deber o quién sabe, algún tipo de cruzada interna o de perfeccionismo obsesivo, pero a mi no me educaron para tomarme la vida como si fuese una especie de experiencia predestinada donde todo el mundo espera mucho de ti. A mi me educaron para ser feliz conmigo mismo y quitar hierro a las situaciones que no dependen directamente de mí o que ya no tienen solución...
Por eso hay personas con las que nunca me llevaré bien;
Por eso hay personas con las que nunca me llevaré bien;
Algunos estamos programados de fábrica para ser antagonistas naturales...
¿...y tu? ¿Ya encontraste a tu némesis?
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