- Querido lector. Hace poco menos de 5 años comencé este blog, en el cual he ido expresando una larga letanía... no, más bien compartiendo una larga letanía de sentimientos que me acompañaron durante una de las etapas más brillantes de mi vida. No es para menos, ya que levanté una carrera universitaria echada a perder por el pesimismo, superé una terrible depresión a causa de mi físico mediante esfuerzo y rutina, y conocí al amor de mi vida. Todo ello en un escaso lapso de 2-3 años.
Si el lector ha ido siguiendo el blog, se habrá dado cuenta que poco a poco esa luz inicial se ha ido oscureciendo, retorciéndose así como lo hacía mi propia mente, marchitándose como mi propia vida. Así es, querido lector. Me costó mucho trabajo llegar al punto en el que estaba cuando escribí mi entrada "Camino a la Perfección", y tras alcanzar los objetivos que me había marcado me relajé.
Esto ha probado ser el peor error que he cometido en mi vida. Si, debo reconocerlo, he cometido una gran estupidez. Hoy, como cualquier noche de fiesta, he salido pero por primera vez he visto lo que soy ahora. He caído en la cuenta de la ilusión en la que he vivido estos 2 últimos años.
Ha sido de un modo realmente estúpido: Un amigo me ha tomado una foto, y no sé si el alcohol ha tenido algo que ver, pero por primera vez en mucho tiempo el espejo milagroso en el que me estaba mirando se ha roto, mostrándome entre sus añicos el reflejo de la decadencia. Lo que un día fuí, lo que ahora soy. Es culpa mía, ya que yo mismo elegí sin darme cuenta dejarme de lado. Olvidé la importancia de mantener mis logros, de cuidar mis objetivos. Cometí el enorme error de pensar que los trofeos de la vida son eternos una vez logrados. Pero me equivoqué. Nada es eterno. Y aunque suene irónico, me he dado cuenta muy tarde. ¿Mi peso ideal? Hace tiempo que cambió, y ahora me encuentro con que he vuelto a cuando empezó todo. Me da rabia, pero he de reconocerlo: Ya no soy el que solía ser. Hace tiempo abandoné ese camino a la perfección por las comodidades mundanas.
He sido un ingenuo. Ahora me encuentro con que mi fuerza de voluntad está mellada, mi espíritu casi me ha abandonado, y mi autoestima está por los suelos.
Claro que puedo volver a levantarme, y de hecho lo pienso hacer. Esta entrada lleva este título por una razón más allá de la casualidad. Quiero cambiar. Quiero volver a ser lo que fui. Quiero recuperar el camino del monje, del paladín: el códice del luchador que fui.
Necesitaba darme cuenta de que he caído en desgracia. Y creo que esta noche he dado ese paso. No sé cuanto me llevará levantarme, pero conozco el camino. Sólo lo he olvidado durante mucho tiempo. Pero el camino sigue ahí. La fuerza de voluntad sigue oculta ahí. Y mi corazón sigue fuerte para lograrlo. Sé que puedo hacerlo.
No sé sobre qué tendré que pasar para lograrlo. Pero debo cultivar la firme determinación que me hizo ser quien fui. Quien realmente quiero ser. Mi voluntad de poder, lo que he olvidado...
Hoy ya es tarde, querido lector. No se puede hacer nada en pleno ocaso, pero si bien este marca el final de un día, de una etapa, queda el consuelo de que tras esta fría noche saldrá el sol de nuevo...
Ahora debo dormir: Un nuevo amanecer me aguarda...
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